En un marco económico donde la competencia es feroz y el abanico de opciones para el usuario roza lo inabarcable, se antoja fundamental conocer al detalle al cliente potencial para nuestro producto. Existen numerosas maneras de saber más sobre posibles nichos de mercado, siendo la figura del buyer persona una de las técnicas al alza de la actualidad.
El término se ha vuelto habitual en el lenguaje del Social Media Manager moderno, pero, ¿qué es exactamente una buyer persona? La representación ficticia de nuestro cliente ideal construido gracias a varios datos esenciales que hemos recopilado previamente, como su situación demográfica, su comportamiento y sus necesidades. La finalidad es definir al milímetro la relación empresa-usuario.
Motivos para confeccionar un buyer persona
La configuración de nuestro modelo de usuario nos proporcionará tres ventajas con efecto inmediato en nuestras estrategias y, sobre todo, en nuestros bolsillos:
Conocer a nuestra audiencia. Saber cuándo, dónde y cómo quiere recibir información sobre nuestro producto o servicio es fundamental para desarrollar nuestras futuras campañas de marketing.
Mejora en la comunicación. Comprender la naturaleza de nuestro público, además de sus necesidades, nos permitirá transmitir mensajes más efectivos y satisfactorios.
Menos gasto, más beneficio. Si sabemos qué, cómo y a quién vender, definiremos con mayor precisión nuestra campaña, lo que se traduce en menor inversión y en mayores beneficios a corto plazo.
¿Qué tipo de datos necesitamos para hacer un retrato robot de nuestro cliente potencial?
Cuantos más datos tengamos sobre nuestra comunidad, más exhaustivo será nuestra buyer persona. Podemos fijar infinidad de parámetros para este trabajo, aun así, existen varios elementos que debemos incluir necesariamente:
Información demográfica. Edad, sexo, lugar de residencia, etc.
Situación económica. Puesto de trabajo, economía familiar, posibilidad económica para gastar en nuestros productos.
Particularidades. Rasgos que identifiquen a nuestro personaje. Aquí se incluyen, por ejemplo, actitudes concretas, lenguaje y actitud física delante de un dispositivo.
Afinidades y conducta. ¿Qué hace en su tiempo libre? ¿Cuáles son sus gustos personales? Cuando lleva a cabo una acción, ya sea comercial o no, ¿cómo la realiza?
Canales habituales. Cuáles son sus métodos habituales para comunicarse, comprar, realizar todo tipo de consultas, etc.
Motivaciones. Qué lleva a nuestro cliente potencial a comprar un producto.
Objetivos y soluciones. ¿Qué busca concretamente? ¿Qué podemos hacer nosotros como empresa para ayudarle a conseguir dicha meta?
¿Cómo podemos obtener la información para crear a nuestra buyer persona?
Encuestas personales o grupales. El contacto directo brinda una información más fiable, aunque es una modalidad que requiere un periodo de tiempo muy prolongado.
Entrevistar a nuestros clientes. Por norma general, esta vía se lleva a cabo a través de llamadas telefónicas. También formularios por correo.
Redes sociales. En la era de la comunicación global se hace indispensable utilizar estas herramientas para lograr datos.
Análisis de nuestra web. Páginas más visitadas, índice de rebote, contenidos más descargados…
Conocer a nuestros competidores. Observar los puntos fuertes y débiles de su comunicación para moldear la comunicación con nuestros clientes.
La construcción de una buyer persona es la opción más completa y efectiva para trabajar campañas más precisas y, en un periodo más breve de lo que podamos imaginar, más beneficiosas para nuestros intereses económicos y de marca.
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