Desde los tiempos de los romanos, ha existido en la sociedad una forma de comunicarnos muy semejante al email. Los romanos tenían las tablas, los egipcios los papiros, los hombres ilustrados el papel y nosotros tenemos el email. Pero perdonadme, porque me he saltado la historia reciente.
Si echamos la vista atrás, y pensamos en nuestra vida en los años 80 (bueno, quizás muchos de vosotros habéis nacido a finales de los 80 o principios de los 90, por lo que no recordaréis esto) recordaremos que la mayoría de días que abríamos el buzón de nuestras casas, a parte de cartas del banco y facturas, nos encontrábamos cientos de flyers con ofertas y descuentos, y oportunidades que no nos podíamos perder, día tras día. El cuento de Pedro y el lobo.
En sus inicios, el email marketing consistía en algo parecido. Las marcas más avanzadas se afanaban por conseguir de forma no muy legítima las direcciones de correo electrónico de sus potenciales clientes, y les hacían llegar comunicaciones muy poco relevantes para sus intereses. Vamos… un flyer en toda regla.
Sin embargo, con la maduración del email como canal de marketing, se han ido creando barreras y normas que han hecho que el correo masivo no segmentado haya perdido su validez, tanto desde un punto de vista de adquisición de direcciones como de la relevancia de las comunicaciones.
Por un lado, ya no es posible enviar emails a direcciones de correo electrónico que no hayamos obtenido de forma legítima. En España tenemos la LOPD, que nos obliga a tener una autorización expresa de un usuario para poder enviarle comunicaciones comerciales. Esta ley nos obliga además, a ofrecer en cada comunicación con el usuario, la posibilidad de darse de baja de las comunicaciones de forma directa y fácil. Y en caso de no cumplirla, el receptor del email está en su derecho de denunciarnos a la AEPD (Agencia Española de Protección de Datos) y podemos incurrir en una sanción de hasta 60.000€.
Por otro lado, los gestores de correo (Gmail, Hotmail, Yahoomail, Outlook), también llamados ISP (Internet Service Providers), cada vez han ido endureciendo sus normas para entrar en bandeja de entrada del cliente.
Inicialmente, simplemente existían filtros semánticos basados en un diccionario de palabras que no se podían utilizar, como oferta, gratis, descuento, o incluir símbolos raros en los emails. Actualmente, las reglas para entrar en la bandeja de entrada y no ser considerados spam (otro día hablaremos más a fondo del término spam) son mucho más complejas. Se utilizan criterios de código, de links del email, de carga de imágenes y sobre todo, criterios relacionados con el engagement del usuario. En resumen, si nuestros usuarios demuestran que clican y abren nuestros correos electrónicos, no tendremos problemas en estar en la bandeja de entrada.
Por tanto, poco a poco, el email marketing ha madurado al mismo tiempo que los usuarios digitales maduraban. Los clientes se han vuelto más exigentes y nosotros, expertos en marketing, debemos responder con armas de gran calibre, conociendo al usuario al detalle y ofreciéndole un producto muy afín a sus gustos y preferencias.
Esto no será sencillo: habremos de luchar contra bases de datos complicadas y sin depurar, organizar los datos, aprender a hacer segmentos, conocer las reglas del juego de la entregabilidad y la relevancia, y mucho más.
Con mis posts en este blog iréis aprendiendo cada día un poco más 🙂 Y si estás interesado en profundizar sobre el email marketing y cómo hacer campañas efectivas, en IIMN te ofrecemos un curso técnico superior ideal para ti: Email Marketing, Afiliación y CRM