Profesor de Creatividad en Entornos Digitales en el IIMN, y Director Creativo en Peggy Olson. Ha trabajado para empresas como Atrápalo, LetsBonus y como copy creativo en agencias como TBWA o McCann Healthcare. Ganador de premios y de la simpatía de nuestros alumnos, recientemente ganó el premio a mejor profesor del semestre ;-), ¡descubramos por qué!
¿Qué significa ser Director Creativo?
La respuesta diplomática sería la de supervisar la creación y el desarrollo de campañas que responden de manera eficaz y creativa a un briefing dado por el cliente, y en el que el texto y el
diseño están integrados. Pero hay mucho más. Más allá de un jefe, un buen Director Creativo ha de saber ser un gran líder.
Ha de saber arengar a su equipo, guiarlo y ayudarlo a crecer. Y por desgracia esta empatía no la tienen todos los que llevan una batuta. He presenciado mucho talento desperdiciado y muchos
esbirros quemados.
¿Cuál es el día a día de un profesional de estas características?
Obviando los briefings, reuniones con cliente, brainstormings, cambios en las piezas, análisis de métricas y sesiones de egosearch. Es casi obligado dedicar un buen rato a empaparse de memes, campañas de la competencia y chorradas varias que rondan Internet. ¡Ah sí! Y traer desayuno o merienda al equipo. Las reuniones en los bares siempre entran mejor.
También has sido Director Creativo de Email Marketing en Atrápalo ¿cómo ha sido la experiencia? ¿de qué te encargabas?
Esa etapa fue peculiar porque la empresa, al ser tan compleja, no disponía de una figura como tal.
Encargaban las grandes campañas a una agencia externa pero para la comunicación en el ecosistema digital había un gran agujero negro. Así que como intrépido astronauta que soy, me fui colando en los distintos departamentos para llenar esos vacíos y opinar sobre mensajes y campañas. Emails, banners, concursos para redes sociales, textos de producto, landing pages, páginas 304, encuestas… Imagina una regata de 6 veleros, cada uno con su propia tripulación, distintas metas en el horizonte, y un solo “capitán” saltando de barco en barco. Sin tiburones por eso. El ambiente en Atrápalo es genial.
¿Cómo has llegado hasta donde estás?
Dando mil vueltas. Y las que me quedan. Por desgracia ya he asumido que mi lema de vida es “Aprendiz de todo, maestro de nada”. Y esto tiene ciertos inconvenientes, sobre todo cuando el éxito sólo se asocia a la especialización. Envidio a los que, guiados por una presunta voz celestial, probablemente proveniente del córtex prefrontal, van pregonando su “ser profe es mi vida”, “no hay nada como la ingeniería” o “siempre he querido ser chef”. Y tras mucho esfuerzo y algo de terquedad… ¡Pam!, tres estrellas Michelín.
De acuerdo, aprender y disfrutar haciéndolo nunca será tiempo perdido. Pero yo entré en Geología, aunque en mi punto de mira también estaba Cine y Bellas Artes. Luego reboté en Periodismo y Humanidades, para más tarde tropezar en Publicidad y Relaciones Públicas, añádele un postgrado en diseño gráfico y… ¡listo! Ya tienes otro joven, sólo tengo 34 años, ultra formado y sin el futuro claro. La lista no termina ahí, desde un curso de cómic, pasando por talleres de redacción, hasta profesor de creatividad. Y ahora parece que me ha dado en serio por los cortos. Voy a por el segundo. Lo dicho, me lo he pasado genial, pero gustaría centrarme en mis obsesiones.
¿Qué les recomendarías a las personas que quieran llegar donde tú estás? ¿Qué deberían aprender y/o estudiar?
Si has comenzado a leer esta entrevista por aquí, te recomiendo que sigas tu instinto. Haz lo que te gusta, no hay nada más poderoso en una profesión como la pasión. Si has leído la respuesta a la pregunta anterior. Salta delante de un coche en un paso de peatones cuando nadie mira, asegúrate de que no lleva una cámara en el salpicadero como los rusos, cobra el seguro, y escribe una novela desde el sofá de tu piso pagado por la compañía.
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En el 2009 ganaste la Medalla de Bronce en el New York Festivals, ¿por qué te lo concedieron?
Espero no liarla pero mi corazón me lo exige. En publicidad a ese tipo de piezas se les llama truchos. Porque no están pensadas para el producto o el cliente, sino para el festival. Equivalen a los partidos entre los futbolistas famosos y sus colegas, cuyos goles de cara a la galería son bonitos pero no dan puntos. El ego de las agencias no debería medirse por piezas de festivales sino por clientes satisfechos. He visto más política en la entrega de premios del último festival de Publicidad que en la pasada Cumbre del Clima de París.
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